jueves, 23 de julio de 2009
domingo, 12 de julio de 2009
A vueltas con el estado del bienestar
Vuelvo al tema por un artículo de una revista a la que estoy suscrita. Se lanzan preguntas sobre la crisis, el empleo y el estado del bienestar que contestan varios sindicatos: CCOO, UGT, USTG, CIG (sopita de letras). Las respuestas revelan la tira de cosas... no puedo entrar a todas. Suscribíos y vais a ver. Sobre el papel de los sindicatos, otro día. Otro día, Morelli.
Coinciden todos en una frase: más estado y menos mercado, que vienen a entender como una defensa del estado del bienestar, del capitalismo social. Creo que es la USTG la que explica, además, que la socialdemocracia arranca en la segunda mitad del siglo XX, que hay que defender sus logros y avances, y continuar desarrollándola.
Comprendo que es el único discurso ideológico que, en sus circunstancias, quieren o pueden defender. Pero es un discurso del pasado. Incluso para los partidos políticos socialdemócratas es el pasado. Toda la izquierda está descolocada porque quisiera seguir defendiendo esto, cómodamente, pero el capitalismo no funciona así. Pasó página... en toda Europa, como aciertan a analizar comentaristas sinceros y avispados (también queda para otro día).
Con esto no quiero decir que los sindicatos se crucen de brazos, que pasemos todos, los trabajadores también. Nuestros derechos hay que defenderlos, nos va demasiado en ello. Pero a ver si vamos pensando en el modo de, además de dar la batalla, ganar alguna vez... Podemos poner en evidencia la tibieza de sindicatos y de partidos de izquierdas, su despiste y sus renuncias, pero ¿y luego qué?
(Aprovecho para avisar que corregí la entrada de Cándido...)
miércoles, 8 de julio de 2009
Cándido, el siciliano, y Alessandro, el Gatopardo
Ambos Cándidos son aventureros pacíficos, confiados. Los dos se complican la vida por su curiosidad y su impulso de justicia.
Cándido, el siciliano, va siendo expulsado de su ciudad, de Sicilia, luego de Italia. Los parientes-ladrones, la Iglesia, el Partido Comunista... ¡No puede encontrar su país, el que desea encontrar!
Hace unos años tuve oportunidad de charlar con un genovés, Alessandro. Si hablábamos despacio, cada uno en nuestro idioma, nos entendíamos bastante bien. Trabajaba para una multinacional americana. Seguramente era licenciado en Económicas o abogado... no sé. Vivía un poco en todas partes. Le gustaba esquiar, la Costa Azul... en fin. De vez en cuando iba a Sicilia. La encontraba primitiva, "un sitio de los de antes". Habló de El Gatopardo de Lampedusa y le dije que lo había leído. Se sorprendió de que lo conociera, porque todo el mundo ha visto la película pero el libro es otra cosa (personalmente, prefiero la película).
Su romanticismo me chocó. Luego, pensando, llegué a ideas peores: tenía algo de señorito que se va al pueblo, o de civilizado que visita las colonias. Asumía que en su país hay lo que se llama, también aquí y como eufemismo, territorios "a varias velocidades". No le importaba mucho, ni los rápidos ni los lentos, ya que no tenía identidad italiana. Su sentimiento no era nacionalista, está claro, por refinado que fuera; era lo contrario, en un sentido global, desde lo económico a lo cultural, desde los negocios al modo de vida. **
Eso prueba que una forma común de no tener tendencias nacionalistas, se escoja la frontera que se escoja (él podría haber escogido Italia, o la Liga Norte, o sólo Liguria) es sumándose a esa población volátil que vive el mundo entero a fuerza de contribuir a la maquinaria de la globalización, esa explotación refinada. Por otro lado, esto tampoco es nuevo. Hay algo clasista en todo esto. Para mirar por encima del hombro a tus compatriotas tampoco tenía que inventarse la globalización. Bastaba con ser rico y ocuparte de tus asuntos.
(Por contarlo todo, Alessandro vino a España a visitar a una amiga común, también genovesa, de la que estaba enamorado, pero no consiguió tener una relación seria; a ella no le llamaba la atención su forma de vida, ordenada y próspera. Así que toma ya.)
¿Es Italia un país de corrupciones? ¿Juega la Iglesia un papel tan lamentable? ¿Es tan responsable una izquierda indecisa, contradictoria? ¿En cuántos italianos se produce una mezcla de impotencia e ilusión? ¿Y cuántos miran su propio país por encima del hombro? ¿Por qué he notado en los italianos un acentuado clasismo? Me pregunto si Italia hoy es realmente un Gatopardo pasado por el rodillo del siglo XX, o si hay mucho más... o mucho menos.

(*Soy afrancesada y hasta atea, pero no simpatizo mucho con Voltaire. Era un poco star-system de la Ilustración.
**Me he liado, lo reconozco, pero es que el asunto está en sí liado: la identidad colectiva, cultural, y los sentimientos de solidaridad y comunidad, alimentan el nacionalismo como tendencia política, pero no son la misma cosa. Sostengo que es una relación engañosa. Como entre cosmopolitismo y globalización. El cosmopolitismo es su cara amable, su alimento cultural. Pero también son cosas distintas.)
miércoles, 1 de julio de 2009
Robespierre (cuántas cabezas cortadas para escribir que la soberanía nacional reside en el pueblo)
Pero ¿para qué esta Revolución? El objetivo político es acabar con el Absolutismo e inaugurar una nueva forma de estado en la que la soberanía nacional reside en el pueblo. Pero ¿quién es el pueblo? empiezan los problemas...
Para la burguesía el pueblo es ella misma, así que el sufragio no debe ser universal. Por otra parte, es asumible una monarquía parlamentaria, que aúna orden -el monarca como su símbolo- y cámara de representantes. Puesto que la burguesía ha preparado, pacientemente, la revolución, y ahora paga los gastos, tiene pretensiones razonables. ¡Hubiera querido saltar desde 1789 hasta 1851, o más adelante aún, industrializándose, desarrollando la banca y el comercio y liquidando plusvalías en paz! Preferían un Napoleón III, pero tenían a Robespierre.
Una parte de la burguesía media y baja ha sido muy aplicada y se ha formado en la filosofía política y moral de la Ilustración. Como Robespierre, cuya biografía es esclarecedora (también recomiendo a G. Labica, quenpazestea. Puede leerse en galego Robespierre. Unha política da filosofía, edicións Laiovento,1993). Esta burguesía intelectual representa en la Asamblea al resto del pueblo, un generoso resto de campesinos, pequeños comerciantes, artesanos, manufactureros y población urbana, retratada en los sans-culottes (ver su Constitución de 1793: ARTICULO 4. Todo hombre nacido y domiciliado en Francia, con veintiún años de edad cumplidos. – Todo extranjero con veintiún años de edad, domiciliado en Francia desde hace un año, que viva aquí de su trabajo, o adquiera una propiedad, o despose una francesa, o adopte un niño, o alimente a un viejo; todo extranjero, en fin, que el cl considere que ha merecido bien la humanidad. – Será admitido al ejercicio de los derechos de ciudadano francés.)
El partido jacobino logra el sufragio universal. Aunque su posición es precaria: tiene las instituciones tomadas, y la gente en la calle, pero no capacidad para un cambio económico y social real. Legisla, pero no aplica. Hay una terrible crisis económica, una guerra abierta con casi toda Europa... Los jacobinos necesitan tiempo para sostener la República tal y como la han concebido. Se sostienen a base de una represión cruenta. Reprimen dentro a los aliados de los países europeos que procuran la Restauración. Reprimen a los partidos moderados. Reprimen toda oposición, incluso donde ya no la hay (matanzas en las cárceles de septiembre de 1792). Esta represión no impide su debilitamiento, incluso lo favorece, y les aisla.
Tomado el poder, la burguesía (la verdadera) reprime al partido jacobino hasta hacerlo desaparecer, no sólo sus cabezas más visibles, también su estructura en todas las provincias. Este es el llamado Terror Blanco.
viernes, 26 de junio de 2009
Conocimiento del medio
¿Dónde reside la soberanía nacional?
- En los partidos políticos.
jueves, 25 de junio de 2009
Lo inglés, Austen y zombies

Conozco poco Gran Bretaña, sólo el centro de Inglaterra (Cambridge, Nottingham) y Londres. Confieso que busqué aquellos ingleses entre los de hoy.
La literatura, claro. Las señoritas inglesas, sobre todo, no tienen secretos para nosotros. De Jane Austen, de las hermanas Brontë, de D.H. Lawrence, de Forster, de Leonard Woolf... etc. etc. Esa clase media reprimida, esos bailes de sociedad... y sus casas de campo acabadas en "Hall" y los vestidos de muselina (que no sé muy bien lo que es) y los párracos entrometidos y las fortunas de la India... Y todo esto, además, al cine.
Por no hablar de los vampiros y destripadores victorianos que nos invaden de cuando en cuando.
He tenido curiosidad por lo inglés, y descubrí que hay foros, blogs y clubs de todo tipo de devotos de la Inglaterra del pasado. Por ejemplo clubs de costureras que se confeccionan ropa de época, es decir, se pasan un patrón de corsé tipo "S" de 1880 y se ponen contentísimas. En Leipzig coincidí con una concentración de góticos, de los 20.000 que había (esto según la prensa, yo no los vi a todos, ni siquiera me sentí rodeada en ningún momento) muchos eran de inspiración inglesa-victoriana. Vampiros también.
Encontré hace poco que un tal Seth Grahame-Smith ha versionado a Jane Austen con "Pride and Prejudice and zombies". Las encantadoras señoritas Bennet se defienden de un ataque zombie. Tenía que ocurrir. Pero la mejor idea la tuvo no sé si éste u otro genio: Jane Austen es una vampiresa que fingió su propia muerte cuando le tocaba, pero que vuelve, peligrosa y harta de las cutreversiones cinematográficas que se hacen de sus obras.
Estoy asombrada.
Pero lo que quería decir es: si los mismos escritores ingleses retratan una sociedad enferma y en particular mujeres degradadas (los Woolf al ataque) ¿por qué parece a la vez idílica? Ay, cómo es Zentropa...
lunes, 22 de junio de 2009
"Confesiones de un payaso"
En muchos artículos definen a Böll como "la conciencia alemana". Es exacto.
Hans, payaso de profesión, sólo era un niño durante la Segunda guerra mundial. Pero su lucidez está en que recuerda las cosas tal cual son, lo que contrasta con el silencio, la ligereza o la iniquidad de los recuerdos de los demás, que forman la memoria colectiva, por lo menos la de la "buena sociedad". El contraste es histriónico, él es siempre un payaso.
Por su integridad, sus ganas de vivir, tiene sentimientos amorosos intensos y sencillos. Su compañera debe de vez en cuando "respirar aire puro católico de Bohn"... La culpa estropea los sentimientos puros, pero no avergüenza a los que en el pasado tuvieron intenciones espúreas, o no hicieron nada de nada.
Otros títulos: "Casa sin amo" (por tema y enfoque, resulta superado aquí, lo reconozco, por "El gato y el ratón" de Günter Grass) "Retrato de señora con grupo" y "El honor perdido de Katharina Blum". Su primera obra, que no encuentro, es "El tren llegó puntual" de 1949. A pesar de ser Premio Novel de literatura (1972) Böll no es demasiado conocido en España, y casi todos sus libros los compré de segunda mano. En 2007 las "Confesiones" no estaban reeditadas en español, según Maco (librera).
domingo, 21 de junio de 2009
Privilegios de Zentropa y de los demás
Los desequilibrios en Europa son tan agudos, que los principios activos son inocuos en según qué lugares. Hay una crisis "de identidad europea". Lo atribuyo, con el atrevimiento que me caracteriza, a que los objetivos no pueden ser compartidos uniformemente entre todos sus miembros, porque no han sido creados para serlo.
Dicho sin corazón, en la UE hay sujetos y objetos. Los objetos, a medida que profundizan sus relaciones y su conocimiento de las reglas, extinguiéndose los fuegos artificiales de los fondos compensatorios y en medio de una crisis, se preguntan por qué han de aprobar esas reglas sin cuestionarlas o adaptarlas a su realidad. Esas reglas, que se presentan como neutras y equitativas hasta que son ahora cuestionadas, por supuesto no lo eran; lean el proyecto de Constitución europea que se sometió también aquí a referendum y verán cómo no, o mejor aún, los Protocolos del Tratado de Lisboa. Los Protocolos son como las Disposiciones transitorias de algunas leyes, mucho más interesantes que las propias leyes. Desde luego, los Protocolos retratan las particularísimas condiciones del Reino Unido, Irlanda, Dinamarca y Polonia (y sólo los he ojeado).
En Irlanda se somete a referendum el Tratado de Lisboa -después del "fracaso" de los referendum sobre la Constitución en Francia y Holanda. Sale "no". El gobierno irlandés debe continuar el proceso, pero no se atreve a ratificarlo sin más en el Parlamento y tampoco a repetir la consulta. Negocia un pacto político que reconozca determinadas "cuestiones irlandesas" en el Tratado - el "derecho a la vida" porque son muy católicos, la independencia fiscal, la neutralidad militar y los derechos sociales. Esto llama la atención del presidente checo. Al resto de los dirigentes europeos les parece bien. En particular, supongo que a Gran Bretaña, que goza de condiciones especiales en terreno fiscal -como Dinamarca, no está en la zona euro- en cuestiones de política exterior y seguridad -sobra explicarlo, pero telón de barras y estrellas- y en la aplicación de la Carta de los derechos fundamentales de la Unión Europea, un blindaje de la legislación nacional que comparte con Polonia.
Con esto no quiero decir que estas excepciones me parezcan "mejoras", la mayoría, hasta donde alcanzo a entender, no lo son. Pero están ahí; cada Estado viene negociando la vigencia de aspectos fundamentales de la UE en terreno económico y en política exterior, pero también en terreno de "valores": derechos humanos.
Al margen de condiciones concretas, la población padece el sistema en su conjunto -me refiero al capitalismo, con el adjetivo europeo o sin él- y a veces aprovecha cualquier ocasión para hacerlo notar. Escuetamente, dice "no". Espera más, mucho más de los principios constituyentes de una Unión Europa que se autoproclama como "protectora" social. Lo peor de los sueños, como el de la socialdemocracia, es que la gente sigue soñando con ellos mucho tiempo después que sus artífices decidieran su defunción.
(Imagen del estado del bienestar, interpretación Disney 1955).

lunes, 15 de junio de 2009
¿Por qué hablar de política?
Por ejemplo, te quedas sin trabajo. De forma realista, a uno de los míos quizá le preocupe, sea consciente de su precaria posición en el sistema. Uno de los otros (también los quiero, no penséis...) de forma idealista, decide no preocuparse y entenderlo como una oportunidad para un cambio de vida, ya que es una persona con una habitación propia ahí dentro. Una buena formación a veces contribuye a disparar más aún este idealismo. Quizá el segundo tenga suerte, quizá el primero también... Uno desconfía del sistema, el otro confía en él. Todo parece de parte del confiado: cree en sus habilidades, el sentido común está de su lado, pero ¿quién está en las nubes?
domingo, 14 de junio de 2009
Provocaciones germánicas
Cuando digo que es muy difícil entender lo que pasa con Europa, me refiero a las vaguedades que pueblan este artículo.

jueves, 11 de junio de 2009
Bérgamo también es Zentropa
Bérgamo también es Zentropa.
En un viaje reciente, por Lombardía y el Véneto, aprendí mucho. Se aprende mucho viajando, ya lo repetiré más veces esto... El único problema es que todos los demás -tus vecinos- no viajan contigo, y lo que has aprendido...
Los lagos de Como, de Garda, Iseo, Orta etc. son una zona de veraneo, salpicada de villas y pueblos muy turísticos y de elegantes casas. Todo acompañado por una naturaleza brillante, cielos despejados y buena comida. Además de bellos recuerdos históricos y artísticos... que ya no enumeraré. Quien no haya estado puede imaginarlo como una tarde bañándose y dormitando en un lido, con un hotel de época a su espalda y un paisaje verde en la otra orilla. Quizá, mientras oye las campanas de las iglesias de Como o Saló (respecto a las campanas sonando en valles profundos, debería leerse la entrada Europa en urnas)... y ruido de motores de barco y de gente comiendo y bebiendo a todas horas.
Destacaría la habilidad, creo que sutilmente europea, para combinar orden (por orden público) y buen gusto. Esa tranquilad y aparente paridad social que rodea a los visitantes...
Bérgamo es una ciudad rica y bastante grande, creo que pasa de los 100.000 habitantes, pero el barman de nuestro hotel la calificó de provinciana. Nuestro barman (como le llamaré desde ahora) nos hizo despertar algo bruscamente de nuestro sueño europeo, al que nos habíamos entregado, entre otras cosas porque para eso estábamos de vacaciones. Justamente era nuestra última noche en Italia.
Era muy joven, veintidós o veintitrés, guapo, simpático y suave; brasileiro, hablaba su lengua, italiano, inglés, francés y un poco de español. Nos contó su viaje por Europa y le escuchamos con toda atención. Era un viaje laboral, por supuesto, plagado de los inconvenientes que acostumbran a sufrir los extranjeros. Debía su conocimiento del español a lo mucho que había trabajado en Ibiza, en discotecas y fiestas. Después de muchas dudas y ofrecimientos había decidido establecerse en Bérgamo, casándose; el turismo (y el hotel) le permitían derivar clientes a otros negocios (no sé qué negocios eran esos). Ganaba dinero, como en cualquier parte. ¡Pero le fastidiaba el provincianismo de Bérgamo! La suficiencia de su burguesía, de los hijos de su burguesía chuleando de coches y descuidando sus negocios... El italiano que él hablaba, con expresiones y gramática un poco contaminadas por sus otras lenguas, no les parecía aceptable a los burgueses locales. ¡Les sonaba muy del sur, muy napolitano! Quizá por eso el dialecto local -que la buena sociedad cultivaba con orgullo- a él tampoco le parecía aceptable. La gente de Bérgamo: gente cerrada, anticuada, obtusa. A veces se enfadaba cuando en una tienda, o en un mostrador de la administración, alguien le trataba mal o trataba mal a su mujer por ser extrajero. ¡Aunque ya tendría que estar acostumbrado a eso, en Bérgamo era demasiado frecuente!
Nuestro barman era el emigrante perfecto: oportunista, apolítico, versátil, competitivo con sus compañeros de destino, despiadado con sus amos... La verdad es que quería distinguirse de unos y de otros, pero a la vez, mezclarse entre ellos. Si no, el negocio sería imposible, y no podría sacarle partido ni a sus habilidades ni a su belleza.
Puso mala cara cuando le pedí un Aperol, dado que a la primera copa invitaba el hotel. Le gustaban los combinados brasileiros, nada de esas porquerías, como el spritz*, o el campari. Pero consiguió que consumiéramos una barbaridad.
miércoles, 10 de junio de 2009
Europa en urnas
Si alguien lee esta entrada, me gustaría que fuera un superexperto en asuntos europeos y me explicara (de forma relajada, como si no nos oyera nadie) cómo funciona la Unión Europea y sus instituciones.
Cuando se votó la Constitución europea me leí un cuadernillo de resumen que repartían. Quedé escandalizada, y así sigo, porque nada ha venido a desmentir... su oscuro funcionamiento. ¡Europa (yo) está escandalizada con Europa!. No me importa que me llamen euroescéptica o algo peor. Bueno, me importa, porque se lanza como un terrible insulto, pero aprendo a sobrellevarlo.
Un amigo mío dice que cuando nos hablan de altos valores, hay que agarrarse la cartera... No sé de quién es la cita original. Pero a la construcción europea le va al pelo.
En estas últimas elecciones todo ha sido discurso de los valores... en realidad el discurso europeo decente, y por tanto visible, es siempre el de los valores: valores sociales por aquí, cristianos por allá... tradiciones democráticas, humanistas, humanitarias... tradiciones de moderación, de civilización, de cultura... es extraño, porque aún habiendo algo de todo esto en nuestra Europa, pasada y presente, no es ésto lo que está en juego. Conocer el proyecto económico, social y político en marcha en Europa se hace difícil en medio de tanto ruido. Oh, es un ruido interesante, como de diputados franceses enaltecidos, reuniéndose por su cuenta en un gimnasio, o adorable, como de campanas sonando en profundos valles austríacos...
No digo más. Cuando hablo duramente de la Unión Europea, la gente se enfada.

domingo, 7 de junio de 2009
Zentropa

En la película, "Zentropa" es la compañía ferroviaria que va a unir de nuevo, por raíles, una Europa que tiene que reconstruirse. Es una compañía alemana, así que es el capital de esta nación -culpable, auxiliado, siniestro en su versatilidad- el que arranca de nuevo Europa-Centroeuropa. Por las mismas vías por las que han circulado soldados y deportados.
Es un nombre extraño, como de fármaco, el que resulta de unir "Zentrum" con "Europa"; un nombre que suena a capitalismo antiguo pero práctico, fríamente publicitado. Nos coloca en 1945, justo en el principio de una historia común fría, práctica.
Creo que es un buen principio para pensar en nuestra Europa.
Así empiezo, con una cuenta atrás (voz de Max von Sydow) y estoy en Europa. No es un viaje fácil, está lleno de sombras (históricas y presentes) y de discursos grandilocuentes.
También he hecho (y haré) viajes reales por Europa, algunos incluso en tren, esos buenos trenes herederos de Zentropa. También quiero hablar de ellos.
Me deseo suerte. Ojalá sea constante...