lunes, 15 de junio de 2009

¿Por qué hablar de política?

... pudiendo hablar de cualquier otra cosa? Me apetece justificarme un poco. Lo que sigue va con toda humildad.

Entre la gente que me rodea, conozco muchas personas que prefieren no hablar de política. No les apetece. Y no me refiero a hablar de los políticos o del gobierno, sino a formar sus opiniones sobre la organización de las cosas y a dejarlas correr.
Hablar de política -apreciarlo, intentar comprender, a veces enfrentarse- o no hacerlo, siempre me ha parecido que tiene que ver con la soberbia. Lo uno y lo otro. Tenemos:

- Los que sí. Son pretenciosos porque creen que pueden cambiar las cosas, o contribuir a hacerlo en una medida... que no es microscópica. Digamos, en milímetros.
- Los que no. Son soberbios porque creen que es una pérdida de tiempo preocuparse de la política, que hacerlo no cambia nada, y ellos se han dado cuenta. Sólo merece la pena tratar lo que puede afectarnos directamente, lo que nuestra voluntad (o actitud) puede cambiar.

Los primeros no son idealistas, como los segundos no son realistas. Los primeros -a los que amo, como es fácil notar, y hasta imito- saben que hay condiciones objetivas contra las que merece la pena luchar. Pero a veces sus proyectos de lucha son tantos y tan cambiantes... muchos de estos proyectos son idealistas. Los del segundo grupo a lo mejor también saben que hay condiciones objetivas, pero prefieren convivir con ellas, explotarlas (poco elegante) o esquivarlas, si su posición es lo bastante privilegiada, y el azar les echa una mano.

Por ejemplo, te quedas sin trabajo. De forma realista, a uno de los míos quizá le preocupe, sea consciente de su precaria posición en el sistema. Uno de los otros (también los quiero, no penséis...) de forma idealista, decide no preocuparse y entenderlo como una oportunidad para un cambio de vida, ya que es una persona con una habitación propia ahí dentro. Una buena formación a veces contribuye a disparar más aún este idealismo. Quizá el segundo tenga suerte, quizá el primero también... Uno desconfía del sistema, el otro confía en él. Todo parece de parte del confiado: cree en sus habilidades, el sentido común está de su lado, pero ¿quién está en las nubes?

9 comentarios:

  1. Jo, confieso que con el último párrafo me he liado, y no sé quién es quién.

    Pero lo que me interesa es esto:

    Hablar de política (...) o no hacerlo, siempre me ha parecido que tiene que ver con la soberbia

    ¿Le he hablado alguna vez del psicoanálisis, querida?

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  2. Pues yo creo que el problema de la política es, justamente, el que mencionas al principio, que en general hablar de política se identifica con hablar de políticos, del gobierno, de los partidos...

    A mi me gusta mucho hablar de política (bueno más bien tiendo, por mi natural miedo escénico, a escuchar de política, que también me apasiona), pero casi todas las discusiones a las que asisto "cojean del mismo pie".

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  3. Aclaro: el que cree que la política no afecta a su vida, y que casi todo en ella depende de su actitud/voluntad ante las cosas, es el confiado. Confía en sí mismo y mucho, mucho en el azar, en la baja probabilidad de que le suceda algo realmente malo o injusto o incontrolable. Se contrapone a menudo búsqueda de la felicidad con política o cualquier otra cuestión abstracta/colectiva -como enfrentando ocuparte de tus asuntos, con no hacerlo. Pero creo que es jugar al despiste: todo el mundo tiene opiniones políticas, algunos llegan a confundirlas con "el sentido común" y le parecen tan naturales que "dejan de ser" política.
    La búsqueda de la felicidad realmente no tiene que ver con las opiniones o la acción política. Porque pensar y actuar en consecuencia también hace felices a los "metomentodo" que componen mi primer grupo.

    Espero que no os haya molestado que llame soberbios a todos, a nosotros y a vosotros y a todos los demás... Portorosa, si insistes con el psicoanálisis te vas a enterar. ;)

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  4. ¡Anda!
    Yo es que me había incluido en el primer grupo...

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  6. Buf, Europa, es que yo creo que tu interpretación es de lo más personal.

    Muchos, a veces, cuando queremos teorizar sobre un tema, partimos de algún caso que tenemos en mente (en este caso, un perfil tipo, a menudo con nombre y apellidos) y tratamos de hacer una ley general... que suele serlo poco.

    Es decir, que lo que tú dices existe, para mí también. Pero ni mucho menos es una clasificación exhaustiva, sino dos tipos más.

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  7. Por favor, añade un "creo yo" al final, que me parece que ha quedado un poco prepotente.

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  8. Sí, teorizo de acuerdo a experiencias personales (no oculto que todo el tiempo las estoy plantando en este blog) pero no en relación a una o dos personas concretas, son en relación más bien a diez o quince, y a muchos desconocidos (opiniones en el bus, en el café del trabajo, en la cola del banco etc.) Me refiero siempre a gente que tiene una relación con la política no demasiado directa, más bien de conversar nada más... o con una breve experiencia. Por supuesto esta ocurrencia de hacer dos grupos no agota las razones por las que alguien tiene interés o no por la política.

    Filla do mar: yo también te había incluído en el primer grupo, por razones que ahora serían muy largas de explicar (basta ver tu blog, que aprovecho para recomendar). Lo de a nosotros y a vosotros y a todos era una forma de expresarse.

    Pero ya abandono este terreno pantanoso...

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  9. No abandone usted, mujer Europa, no abandone. Enfánguese, y verá qué gusto, y cómo va siendo cada vez más fácil limpiarse después.

    No abandone ni este terreno ni ninguno. Deje que crezcan, abone y permítamos correr a nuestras anchas. Verá qué bien.

    (Y me voy, que huele un poco... no sé, como a sardinas)

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